Diagnóstico Noviembre 2018 LEUCEMIA MIELOBLÁSTICA AGUDA.
Tratamiento : trasplante de médula . donante su hermana Marzo 2019
Recaída en Junio 2020.
2º trasplante Agosto 2020
Actualmente en remisión
Me diagnosticaron leucemia mieloblástica aguda el 24 de noviembre de 2018, sólo tenía doce años y en ese momento no tenía ni idea de lo que se me venía encima, pero empecemos por el principio.
Una semana o dos antes de que me diagnosticaron comencé a sentir un bulto en el cuello, al cual no di importancia hasta que fue creciendo. Fui un par de veces al hospital y no me dijeron nada concreto. Hasta que llegó el 24 de noviembre y me hicieron una analítica, estuve esperando horas hasta que una médico vino y me dijo que quería hablar con mi madre a solas, lo peor que podría haber hecho. Cuando mi madre salió me dijo que hablásemos en una sala, blanca, triste, vacía, de hospital y me dijo que me tenían que llevar a La Paz a hacerme más pruebas, todavía no sabían lo que tenía.
Cuando llegamos a La Paz estuve esperando mucho tiempo, me hicieron mil pruebas y después de todo eso, vino Belén, una médico que aún recuerdo su nombre y empezó a hablar de muchas cosas a la vez, todavía no se cómo pero de todo lo que nos contó deduje que tenía cáncer, y en ese momento mis oídos dejaron de escuchar lo que la médico decía, cuando terminó de hablar le dije” ¿entonces tengo cáncer?”, mi madre siempre me ha dicho que en ese momento me convertí en una persona madura. La médico me miró desconcertada y me dijo que sí.
Podríais pensar que la primera noche de hospital es la peor, pero para mí no lo fue. Lo único en lo que pensaba es en hacer nuevos amigos y en superar la enfermedad cuanto antes, y es que a mi desde pequeña me han enseñado a ver el lado positivo. Pero conforme pasan los días te vas dando cuenta de que no es tan sencillo, no es un resfriado que con un medicamento se cura.
Pasó el tiempo y me comenzaron a poner quimio, la verdad es que en esas ocasiones nadie sabe cómo reaccionar, yo dejé de comer y en un principio parece que no quieres comer, pero la realidad es que no puedes. Parece que no quieres levantarte de la cama, pero la realidad es que no puedes.
Una parte muy dura de todo este proceso es contárselo a tu familia y amigos, y la verdad yo no quise hacerlo. Mis padres se lo contaron. Y algo bueno que yo saqué es saber con quién puedes contar.
Fue pasando el tiempo y se me empezó a caer el pelo, la verdad es que albergaba una pequeña esperanza de que no pasara, pero pasó. Y si tuviese que elegir el momento más duro mentalmente de esta enfermedad, creo que elegiría el instante en el que me miro en el espejo y me doy cuenta de que estoy enferma, de que ya no es únicamente algo que me digan los médicos, ahora es algo que yo puedo ver.
Como os dije, ingresé a finales de noviembre y estuve en el hospital 4 meses, por lo que pasé allí las navidades. Fue muy difícil, pero recuerdo que los enfermeros y médicos intentaban ser una familia en sustitución de la de verdad. Dentro de lo que cabe me lo pase bien.
En esos momentos me hacían muchas pruebas y para algunas de ellas necesitaba anestesia, algo que a mí me encantaba, y siempre lo he dicho, de hecho cada vez que me decían que me tenían que sedar, me alegraban el día.
La quimio no funciona y pasan a un plan B, un plan que recuerdas que al principio cuando todo empezó te dijeron que sería la última opción, el trasplante, aunque ahora nadie te dice eso, al revés te dicen que tienes otra oportunidad. Mi hermana fue la donante y de alguna manera me sentí más unida a ella. Y después de estar esperando semanas, meses, te dan la noticia, estás en remisión, y consigues respirar profundamente por primera vez desde hace mucho tiempo.
Al salir del hospital piensas que todo va a volver a la normalidad, pero la realidad no es esa. De hecho hay momentos en los que tienes más miedo, ya no estás a un botón de un enfermero o de un médico. Además te das cuenta de que todo aquello que decías que harías en cuanto salieses del hospital no puedes hacerlo porque estás cansada o porque no tienes las defensas suficientes. En mi caso, cuando todo volvía a parecerse un poco a lo que algún día fue mi vida, aparece una pandemia mundial, que te deja aislada, como a todos, pero cuando pasa esa pandemia y vuelves a ver, por segunda vez un poquito de luz al final del túnel, vuelve a aparecer en tu vida esa palabra que hace que te desplomes, que hace que todo lo que habías construido se destroce de golpe, que te hace volver a empezar de cero “CANCER”.
Y vuelves, vuelves otra vez a esa rutina interminable, ese miedo constante que hasta que no te dan buenas noticias no te deja respirar. Esta segunda vez, para mí fue peor, tres veces en la uci, una cistitis y una salmonela. Un segundo trasplante de mi madre esta vez. Y sales otra vez, pero más cansada y con menos defensas.
Ahora, un año después del segundo trasplante, puedo decir que doy gracias por haber superado todo lo que he vivido, pero doy más gracias aún por lo que he aprendido. Siempre he pensado que por algo pasan las cosas y a mí me pasó esto la primera vez para aprender y darme cuenta de lo valiente y fuerte que soy. Y la segunda vez, para valorar de verdad lo que tengo. Ahora sé que el 24 de noviembre de 2018 es un día para recordar porque es el día en que empecé a vivir de verdad.
2 comentarios
Gabriela
16 de noviembre de 2021 - 19:21Que orgullosos estamos de ti!!! Eres un gran ejemplo para todos. Te queremos mucho.
Sonrisas sin Cáncer
1 de diciembre de 2021 - 17:50Gracias por tus palabras Victoria!