HISTORIA DE LUCAS
Lucas tiene 2 años recién cumplidos y es un niño totalmente normal con sus rutinas de escuela infantil, juego en los parques con niños y vida totalmente normal. Un día Lucas empieza a tener una fiebre muy alta y Lucas dejó de tener fiebre, pero seguía sin ser él, es decir, todavía estaba muy irascible y con un cambio de carácter importante, todo eran lloros y enfados. Después de ir a venir al hospital, los resultados y todo cambió, vinieron a darnos la noticia más dura que nunca nos había dado nadie, tu hijo tiene Leucemia, tenemos que hacer unas pruebas específicas para ponerle nombre y ver el grado, pero nos tiene que derivar a otro centro especialista en estos casos.
En ese momento la vida se paró, el miedo aparece en nuestras cabezas, se apodera de nosotros y todos los pensamientos son negativos, empiezas a pensar que vas a perder a tu hijo y sientes el miedo más profundo que jamás has sentido.
De esa punción saldrá la información para ponerle nombre y apellidos a la enfermedad y saber en qué grado se encuentra. Con los resultados nos diagnostican una Leucemia Linfoblastica aguda en grado medio. Esa semana sin duda fue la semana más dura, con muchas pruebas, pinchazos, intervenciones y un mundo nuevo en el hospital donde el niño no colaboraba y todo era más difícil. A partir de ahí nos dan el alta después de 18 días y empezamos los tratamientos ambulatorios en el hospital de día. Empieza una etapa difícil de aislamiento en la que las visitas y las reuniones familiares terminan.
Han sido continuas visitas al hospital, bajadas de defensas, bacterias, virus respiratorios y sus tratamientos, pero Lucas siempre nos ha mostrado una actitud muy positiva y nunca le ha tenido miedo al hospital. Entendió que ir al hospital es divertido gracias a la gran labor de las asociaciones y del personal de enfermería que les hace más llevadero todo este proceso y la realidad es que pese a toda la dureza de esta enfermedad Lucas nunca ha perdido su sonrisa dándonos una gran lección de valentía y lucha a todos sin el ser consciente de ello.
Lucas es sinónimo de bailes, música y risas. Las enfermeras del hospital de día alucinaban con él, ya que recibiendo sus tratamientos de quimioterapia estaba sin parar de saltar, bailar y cantar en la cama. Por ello que cuando lo veían llegar buscaban los sistemas de la bomba de medicación más largos para que pudiera moverse con libertad y no parase de bailar.
A día de hoy Lucas se encuentra bien, la enfermedad está controlada y en remisión. Poco a poco estamos volviendo a la “nueva normalidad” y cada vez más cerca de poder tocar esa campana que significará el final de este capítulo en nuestras vidas y que nos ha enseñado a valorar el día a día y a disfrutar todo lo que tenga que ofrecernos la vida a partir de ahora.