HISTORIA DE MATEO
Se puede luchar contra lo imposible con una sonrisa, con amor y con fe.
Nuestra vida cambió de golpe cuando a Mateo, en abril de 2024 con dos años, le diagnosticaron un Linfoma NH en estadio avanzado. Su hermanita Marina acababa de nacer y nosotros estábamos en pleno postparto, aprendiendo a ser cuatro en casa (más dos perros grandes) y entonces todo se paralizó. De repente, el mundo se detuvo y nos tocó vivir entre hospitales, tratamientos y miedos que nunca habríamos imaginado.
Mateo era tan pequeño que no entendía lo que pasaba, pero aun así fue inmensamente valiente. Siempre le decíamos que tenía “bichitos” en su cuerpo y que los médicos tenían que ayudarle a echarlos fuera. Él, con esa inocencia y esa fuerza que solo los niños tienen, aceptaba cada prueba, cada pinchazo y cada día ingresado como un auténtico campeón. Marina fue su gran apoyo en esos momentos, fue su compañera de hospital y todo lo que le tenían que hacer a él, primero se lo «hacían» a ella. Eso le tranquilizaba mucho y nos ayudaba cada día. Fue nuestro angelito de la guarda, llegó en el momento exacto a nuestras vidas y fue una luz entre tanta oscuridad.
Y así, con su sonrisa y su fuerza, Mateo logró lo que tanto anhelábamos: el cáncer desapareció y pudo volver a casa libre de enfermedad, regalándonos unos meses de calma y esperanza.
En mayo de 2025 recibimos una noticia devastadora… Mateo había recaído. Esta vez las probabilidades ya no eran tan favorables, pero eso no lo detuvo. Ha luchado con la misma valentía de siempre y ahora, tras varios meses y tras terminar su autotrasplante de médula, podemos decir que está curado y terminando de recuperarse para volver a la normalidad. Ha tenido días buenos y malos, pero nunca le ha faltado una sonrisa para regalarnos, incluso en los momentos más difíciles.
Aunque aún no comprende del todo lo que le ocurre, sabe que “hay que ir mucho al hospital para curarse”. Y con la dulzura que lo caracteriza, le pidió a la estrella polar (como él la llama) que lo curara para poder volver a casa todos juntos. Esa estrella lo escuchó y confiamos en que esta vez los bichitos no regresen nunca más.
En este camino la familia ha sido su gran apoyo. Los abuelos siempre presentes, sosteniéndonos en cada paso; los tíos siempre sacándole una sonrisa; los amigos siempre pendientes… Pero, sin duda, su pilar más grande ha sido su hermana Marina. Cada vez que se ven sus caritas se iluminan y esa conexión tan especial les da fuerzas a los dos. Han estado un mes separados sin poder verse ni abrazarse y aun así lo han hecho genial, con esa complicidad que solo los hermanos tienen.
Mateo es nuestro héroe: un niño lleno de luz, de fuerza y de esperanza. Con apenas cuatro años nos ha dado la mayor lección de vida. Se puede luchar contra lo imposible con una sonrisa, con amor y con fe.
A todas las familias que hoy siguen luchando, queremos deciros que no estáis solas. Cada paso, cada lágrima y cada victoria nos unen en esta misma esperanza de vida.
Con amor, Familia González Zurera